La Rosticeria


Martín había encontrado finalmente el trabajo perfecto, y además aquel por el que tanto tiempo había esperado.
Empleado de la rosticería más famosa de la ciudad.
Nadie sabía porque, sencillamente a más de una persona le agradaba la idea de volver a comprar ahí después de una sola vez de haber ido, algunos decían que por que los pollos no eran industrializados; cosa que no era negada por el dueño, que de vez se presentaba por allí, y otros decían que, porque sencillamente sabían a la perfección como condimentar el pollo, pero a pesar de la pasta de chile nadie podía evitar el placer orgásmico de masticar un pedazo de carne.
Lo cierto es que a Martín todos aquellos comentarios le tenían sin cuidado. Lo que si le parecía extraño era que mientras toda la competencia de la ciudad tenía un horario como cualquier otro local de la ciudad, la rosticería para la que él iba a laborar tenia uno bastante fuera de lo común. Ya que esta abría un poco después de las doce del día.
Lo que también le pareció bastante extraño fue que una vez que él llegaba solo tenía que hacerse cargo de atender a los clientes, o realizar la limpieza de vez en cuando.
Un día ya casi era la hora de cerrar cuando se presentó un hombre bastante extraño, ya que venía enfundado en algo que parecía uno de esos trajes que se utilizan para evitar la radiación; el hombre solo entro sin siquiera dirigirle la palabra. Martín se hallaba todavía confundido cuando salió del armario de la limpieza y el dueño se presentó y le dijo que ya podía irse a su casa. Pero no salió detrás de Martín como el esperaba, sencillamente cerro la cortina metálica del local desde dentro.
Martín siguió laborando con normalidad durante los meses siguientes, incluso se había acostumbrado ya a las constantes entradas del hombre misterioso por la tarde, sin embargo, se había percatado que todas las ocasiones en las que entraba eran por la tarde y en el momento en que la calle inexplicablemente se volvía solitaria por unos momentos.
Denis se presentó a trabajar algunas semanas después de que Martín descubriera que la puerta por la que siempre accedía aquel hombre era la misma por la que en ocasiones aparecía el jefe causando un que otro sobresalto, probablemente llevaba a alguna clase de oficina, pero no se escuchaba nada.
Denis se había acoplado bastante al trabajo después de un par de días, incluso hacia chistes sobre lo fácil que era todo aquello; la clientela nunca se amontonaba por mas hora de comer que fuese; y Martín se encontraba feliz de poder conversar con alguien, ya que últimamente el trabajo se había comenzado a volver aburrido ya que no tenía nadie con quien conversar, además de los clientes claro está, pero solo cruzaba un par de palabras con ellos. Incluso pensaba que podría haber algo más entre él y Denis. Ya habían acordado cita para salir a cenar después del trabajo.
Sin embargo, aquella tarde no supo porque, pero probablemente estaba por comenzar el horror: Martín se había dirigido al baño y cuando salió Denis discutía agriamente con el jefe, pensó que probablemente porque no le quería pagar el sueldo, pero de inmediato desecho la idea; no era día de paga. Denis solo escupió la cara del sujeto y salió del establecimiento sin decir más. Martín no se quiso entrometer, únicamente se despidió y salió como si nada hubiese sucedido, unos metros más adelante echo a correr; había acompañado alguna ocasión a Denis a casa, así que sabía por dónde caminar exactamente, sin embargo, no la vio, probablemente cogió un taxi.
Regreso sobre sus pasos y se fue a su casa. Denis no se presentó al otro día al trabajo, Martín pensó que tal vez la riña se había debido a que el jefe deseaba despedirla sin paga. No quiso hacer preguntas al jefe cuando llego nuevamente la hora de cerrar y este volvió a aparecer misteriosamente.
Los días pasaron sin que tuviera noticias de Denis. Trato de llamarla varias veces, pero no contesto, se sintió decepcionado, pero pensó que ella llegaría a la cita de la cena, pero no lo hiso, no quiso ir a su casa tampoco para buscarla, sencillamente ya se había olvidado de asunto, pensando que probablemente ella se había olvidado de el así de fácil.
Los meses corrieron también y una noche tuvo que ir a realzar un encargo de sus padres al otro lado de la ciudad, sin embargo, el regreso no fue lo que él esperaba, un grupo de vándalos comenzó a seguirlo, cruzo por un callejón con la esperanza de perderlos y así fue, había una puerta entreabierta y decidió ocultarse allí, sin embargo, no pudo salir prontamente, un par de hombres entraron y cerraron la puerta. Martín se aventuró entonces por aquel edificio, esperaba que aquellos hombres no lo encontrasen de lo contrario no sabría que decir la verdad serviría para salvar su pellejo.
Aquel lugar era un laberinto de pasillos que sencillamente no conducían a ningún lugar específico, o al menos eso pensó. Finalmente, una puerta se divisó al fondo, estaba por cruzarla cuando apareció por ella una figura que él conocía muy bien. Se trataba del sujeto que todas las tardes ingresaba sin decir una sola palabra. El tipo camino hacia otro lado, pero Martin se quedó donde se encontraba. Escucho algunos gemidos a través de la pared, pero pensó que no se trataba de nada importante.
Grave error.
El tipo apareció unos momentos después, lo primero que vio Martin fueron sus botas blancas manchadas de sangre, después algo que lo perturbaría, pero no tanto como lo que vería unos segundos después. El tipo cargaba el cadáver de lo que parecía haber sido un vagabundo. El sujeto llevaba los intestinos por fuera y su rostro reflejaba aun una expresión de agonía, cuyos gritos eran opacados por una mordaza, ahí el significado de los gemidos. Martin quería regresar sobre sus pasos, pero no fue capaz de recordar por donde había accedido, por lo que decidió seguir por aquella puerta tratando de no mancharse de sangre los zapatos.
La sangre fue lo que lo guio, pero después de ver aquello no querría volver a comer pollo rostizado jamás. Había varias jaulas en línea, pero dentro no había pollos. Normales. Eran horrendos pollos, tal vez infectados con alguna sustancia biológica, o sencillamente caprichos de la naturaleza que habían terminado allí.
Uno de ellos tenía tres ojos amarillos creciéndole sobre el pico y miraban a Martin como si quisieran asesinarlo. Uno más tenía una enorme boca dentada en el lugar donde se suponía tendría la pechuga. Pero lo más grotesco y por lejos era de lo que se alimentaban. Varias jaulas contenían montones de huesos, probablemente de procedencia humana, pues en otra jaula el cuerpo del desafortunado vagabundo era devorado sin piedad por aquellas monstruosas cosas. Martin por poco logro no vomitar, ya no quería saber que ocurría allí, ahora solo quería salir para dar aviso a la policía, al ejército, a quien fuera. Pero no logro llegar a la puerta por donde había accedido hacia aquel horror, el hombre de traje blanco lo encontró cuando trataba de salir acuclillado.
Martin despertó amordazado y amarrado sobre una silla en lo que parecía ser una oficina. La de su jefe. Él se encontraba tras el escritorio, donde también se encontraba la putrefacta cabeza de Denis a modo de pisapapeles.
¾    Bienvenido a nuestra pequeña granja-saludo aquel sujeto-.
Martin gimió mirando con horror al sujeto. El tipo se acercó y retiro la mordaza.
¾    Por qué hace esto.
¾    No es obvio, invertir en mercancía es bastante costoso, pero si tienes los conocimientos necesarios para reproducir pollos de una manera rápida los tienes que aprovechar, lamentablemente a veces las cosas salen mal y suceden terribles mutaciones, pero aun así hay que sacarle provecho a todo, después de todo el pollo que vendemos es delicioso. ¿O no?
Martin no quiso recordar que alguna vez había comido productos salientes de ahí, pero lo hizo y no pudo evitar vomitar.
¾    Oh vamos, tampoco es tan malo. Hay veces en que las cosas se salen de control, sí, pero una especie es una especie y hay que mantenerla viva, lamentablemente la única forma de mantener con viva a estos indefensos animales es la carne humana, mi mano fue la que me dio la respuesta.
El sujeto se retiró el guante que usaba mostrando solo la mitad de la mano izquierda, el resto parecía haber sido arrancado de cuajo dejándole la marca de algunos colmillos.
¾    ¿Qué es lo que hizo con Denis?
¾    Ah, no te preocupes por tu pequeña novia, no sufrió. Mucho. Y posiblemente tu tampoco sufrirás. Veras ella descubrió el pequeño secreto de mi negocio y quiso chantajearme. Olvide cerrar bien la puerta y logro llegar hasta aquí y regresar al local. No le iba a cumplir sus caprichos solo por su silencio, además puedo conseguir empleados más eficientes que ella y que tú. No sé realmente que te trajo hasta aquí, pero me temo que ya es hora de alimentar a mis bebes, mañana tenemos mucho más que vender.
El otro sujeto entro y jalo la silla hacia la puerta, Martin se sacudía en la silla mientras le gritaba a su ex jefe, pues al solo ver aquellos animales había decidido renunciar al día siguiente.
¾    Asegúrate que se lo coman vivo-grito el jefe antes de que el sujeto atravesara la puerta-.
El sujeto asintió y se llevó la silla arrastrando.
¾    Tranquilo, solo dolerá unos mementos, generalmente se comen todo en cuestión de minutos.
El sujeto se dispuso a abrir la puerta de la jaula. Abajo las pequeñas bestias comenzaban a emitir un horrendo sonido mientras daban pequeños saltitos en espera del nuevo bocado. Martin seguía forcejeando y logro zafar un pie, el sujeto estaba a punto de voltear, pero antes de poder hacerlo Martin le dio una patada que le hiso perder el equilibrio y caer hacia aquellas infernales bestias. Los gritos no se hicieron esperar; el jefe mientras tanto reía en su oficina creyendo que era Martin quien gritaba.
Martin espero a que los gritos terminasen y el sonido de los trozos de carne siendo arrancados terminasen. Con un pie libre le fue un poco más fácil soltarse de aquella silla. Martin espero junto a la puerta de la oficina. El jefe al ver que su subordinado no llegaba decidió salir a ver qué pasaba, aunque la verdad supuso que ya se encontraba realizando el matadero con el cual se haría el negocio al día siguiente.
Pasaron los minutos y al solo encontrar la puerta abierta de las jaulas comenzó a temer que Martin hubiese escapado. Se acercó a cerrar la puerta de la jaula y al darse la vuelta una estatuilla que decoraba su escritorio se estampo contra su cara haciéndolo caer de lado. Martin lo rodeo para abrir la puerta. Las bestias comenzaron a saltar mostrando sus colmillos mientras Martin empujaba al hombre hacia adentro. Sin embargo, el hombre reacciono rápidamente y lo tomo del tobillo al momento en que soltaba un grito. Las bestias le mordieron, pero no aminoro la presión contra el tobillo de Martin.
¾    Tu vienes conmigo, mocoso-dijo entre gritos de dolor-.
Las bestias comenzaron a jalar al hombre, el cual a su vez jalaba a Martin quien se aferraba al marco de la puerta, hasta que finalmente ambos cayeron y los infernales animales comenzaron a devorarlos.

Muchos vieron con desilusión que a la hora de la comida la rosticería no estaba abierta, por lo que consideraron volver más tarde, pero nada. Ni siquiera al otro día. Sin embargo, días después el olor putrefacto no se hizo esperar, al igual que los carteles en los que se pedía información para saber el paradero de Martin, los cuales esta vez no se había encargado nadie de quitar, como lo habían hecho con los de Denis.
La policía solo encontró los cadáveres putrefactos de varios vagabundos, al parecer los habían secuestrado por alguna extraña razón y habían muerto de hambre y deshidratación, la cabeza de Denis que aun reposaba sobre el escritorio fue lo único que encontraron. Las jaulas solo se encontraban llenas de pollos en descomposición con aspectos bastante desagradables, casi obscenos, y huesos de extraña procedencia más tarde clasificados como humanos, pero ningún indicio de todo el horror que durante años se había ocultado allí.

Comentarios

Arañas

Temporada 2. Canciones de Maquiavelia para este Halloween. 2da Temporada

Arañas

Ríe… solo ríe

El Fin del Mundo + Minipasta #1 (Especial # 10)

Laberinto de Maíz

Manuscrito Encontrado en una Botella. Final de Temporada

La Canción de Cuna de las Arañas. (Barrio Campestre I).

Pesadillas

El Sendero. (Barrio Campestre II).

Rompecabezas