El Sendero. (Barrio Campestre II).
Comenzamos
a recoger nuestras cosas en cuanto la temperatura disminuyo
drásticamente. El ocaso no tardaría en llegar y ya habíamos
disfrutado bastante del día; al menos la mayor parte.
Habíamos
terminado en la cascada, ya que la visita a la escena del crimen fue
un fiasco total, pero claro un par de meses después, como no.
Seguramente
se estarán preguntando que hacíamos en una escena del crimen y si
no, me da igual.
Nos
tomamos el día para dirigirnos al ya citado lugar y tardamos poco en
encontrar la casa que se había vuelto bastante famosa con
anterioridad.
La
cosa había sido que, un esquizofrénico había escapado de un
psiquiátrico en Dimmu Borgir y fue a parar a una casa del Barrio
Campestre. Vivió allí algunos días, pero después su mente comenzó
a trabajar. Asesino a la familia completa en cuanto regreso de sus
vacaciones, así como algunos policías y un par de guardias del
psiquiátrico. A la policía le dijo que finalmente había matado a
las arañas que planeaban devorarlo. Padecía aracnofobia y un temor
completamente creciente a la noche, sumado a sus delirios mentales
nadie se sorprendió de aquello.
El
caso es que el morbo no fue satisfactorio. No quedaba nada
interesante en aquel lugar, por lo que solo hicimos unas fotos y nos
dirigimos a la cascada poco después para nuestro día de campo.
Comenzamos
a andar por el sendero que nos llevaría de vuelta a Cerezo Azul y
por tanto a nuestra camioneta.
El
ocaso nos alcanzó a medio camino, pero la verdad es que en ese
sendero de nadie lo único que nos preocupaban era los mosquitos o
algún campesino que pensara tratábamos de meternos entre los
rosales a coger o robar. Pero la verdad es que cada uno estaba más
interesado en llegar a su casa.
Mi
novia lo demostraba encajándome las uñas con ganas en el brazo y mi
amigo lo único que hacía era continuar quejándose de que su morbo
no había sido satisfecho ni una pizca, que él esperaba ver sangre
aun en las paredes o por lo menos un pedazo de la cinta de la policía
que pudiera llevarse como recuerdo.
Yo
la verdad no le prestaba mucha atención y estoy seguro de que mi
novia tampoco.
Las
primeras estrellas aparecieron cuando pasamos por el último rosal,
pero seguimos sin preocuparnos ya que solo unos metros más y los
primeros rastros de civilización serian visibles. Pero fue un error
no preocuparnos. Divisamos la salida del sendero cuando una figura
humanoide salió de entre los árboles. Creímos que era algún
campesino borracho o un marihuano que sencillamente nos asaltaría y
se iría, pero cuando finalmente pudimos verlo debido a la poca luz
de la luna nos dimos cuenta del error.
Su
cabeza parecía ser la de un caballo y sus brazos eran más bien una
docena de tentáculos que se agitaban hacia nosotros. Sus piernas, no
sabría decir con exactitud que eran, pues se encontraban envueltas
en llamas. Pero lo peor de todo era su pecho y su estómago, pues
parecía que alguien había cosido un tiburón, un perro y una vaca
en trozos tanto pequeños como enormes, y a la receta le hubieran
agregado trozos de metal a manera de colmillos.
Obviamente
mi novia grito y estuvo a punto de arrancarme el brazo. No sé si
considerarme afortunado o no de que aquello no sucediera, pues la
cosa agito sus tentáculos en dirección a nosotros y de no ser por
mi amigo ella hubiera recibido un golpe mortal.
Estoy
seguro de que me quedaron marcas, pero ahora ya no las veo. La cosa
aquella termino tomándome por los hombros y me lanzo hacia sus
entrañas. Allí había un tipo desnudo que únicamente me miro con
una sonrisa sarcástica y una mirada de pena antes de salir de donde
sea que estuviéramos, intente seguirlo, pero aquello no funciono. No
sé cuánto tiempo ha pasado, pero descubrí que soy como una
marioneta que mantiene con vida esta cosa; aunque a ciencia cierta no
sé cómo funciona. El tiempo no pasa, no tengo frio ni hambre y solo
podre salir cuando encuentre a un reemplazo.
Pero
los cobardes de mi novia y amigo no han regresado por aquí y nadie
más se ha aventurado de noche por el sendero.
Quieren
venir a visitarme.
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