Arañas
Insomnio.
El
pequeño Jimmy llevaba más de dos horas tratando de dormir. Pero el enigma de su
regalo de cumpleaños le mantenía despierto. Su madre le había dicho que sería
una gran sorpresa, pero como era de esperarse no había dicho nada más. Sin embargo,
aquello no era lo que mantenía despierto a Jimmy, sino que recordó la vieja
alfombra de la abuela. Aquella alfombra empolvada que se encontraba justo en la
otra ala de la casa. Esa que aterraba tanto a su madre.
Jimmy
ya no lo dudo más, salto de la cama y se dirigió a hurtadillas hasta el otro
lado de la casa.
La
luz de la Luna que se colaba a través de los gruesos ventanales le permitía
caminar sin tener que tropezar con nada o mirar adecuadamente todas las tablas
que pudieran estar sueltas y por tanto delatar su presencia.
Un
viejo vitral de relucientes colores le dio la bienvenida. Jimmy se quedó allí
en silencio, parado en lo alto de la escalera respirando lentamente mientras el
miedo, lenta pero firmemente comenzaba a apoderarse de él. Echo un rápido
vistazo hacia el frente. La vieja alfombra seguía allí acumulando polvo y más
polvo, pero que se podía esperar de una alfombra como aquella.
El
tejedor debió ser alguien con un afecto extremadamente especial por las arañas,
puesto que había docenas de ellas a todo lo largo y ancho de dicha alfombra.
Jimmy
miraba lenta y meticulosamente aquella alfombra. Si quería hacerlo bien tenía
que comenzar a memorizar el camino. Había arañas muy juntas en algunas partes
como en el centro, pero en otras Jimmy tenía libre el paso. Termino la tarea y
comenzó a descender hasta llegar al penúltimo peldaño de la escalera. Analizo
la alfombra una vez más.
Costaba
creer que una mujer madura y temerosa de lo divino como la abuela del pequeño
hubiese comprado tal artilugio para nada menos que el salón principal. Nadie en
la casa había creído la historia que le contaron acerca de dicha alfombra, sin
embargo, la inocencia del pequeño Jimmy había influido demasiado para que el
allí en ese momento quisiera comprobarlo.
Palabras;
viejas palabras de la abuela que habían quedado flotando por largo tiempo en el
subconsciente de Jimmy, pero ahora que había una enorme oportunidad, y sobre
todo que la ocasión lo ameritaba, el pequeño no estaba dispuesto a medir el
riesgo y las consecuencias de lo que estaba a punto de hacer.
Descendió
el último peldaño. Sus piernas y pies juntos y firmemente colocados ante la
alfombra comenzaron a temblar.
Las
arañas giraron sus pequeños ojillos negros para dirigir una mirada de odio
hacia el intruso.
Dio
el primer paso. En su mente solo había una cosa. El deseo.
Había
bastante blanco donde ponerse a salvo. Dio un brinco y se balanceo en un pie
junto a la araña que se encontraba a su lado. Esta solo miro al pequeño y
continuo su camino dejando un hueco donde el chiquillo pudo ponerse a salvo.
Estiro lo más rápidamente su otro pie para posarlo entre las patas y el cuerpo
de las arañas que allí se encontraban. Miro hacia abajo para asegurarse de que
no las había pisado… para nada en absoluto. No lo hizo. Pero estas le
devolvieron la mirada con unos ojillos de llamas tan vivas que por un momento
lo hicieron tambalearse y estar a punto de caer sobre ellas. Jimmy recobro el
equilibrio y siguió adelante.
Estaba
llegando casi al centro de la alfombra. Una araña bastante grande paso muy
cerca de la punta del pie del niño que comenzó a tambalearse, esta se detuvo
allí mostrando sus colmillos y después de moverlos un poco continua su camino.
Jimmy espero a que estuviera lo bastante alejada para continuar dando pequeños
pasos.
Una
docena de arañas giraron sus diminutas cabezas para contemplarlo con ojos tan
vivos que por momento parecía que estaban en llamas. Los pies del niño
volvieron a flaquear en cuanto las vio. Una araña paso arrastrándose muy cerca
de su talón izquierdo. Tubo que ahogar un grito, pero no pudo evitar un
sobresalto que lo llevo unos centímetros más allá. Jimmy sintió su frente
contra su nariz. No quería hacerlo, pero sabía muy bien que debía hacerlo, los
pelillos de varias arañas se sentían bajo sus dedos.
Miro
hacia abajo. Su pulgar casi rozaba el apéndice de una caza pájaros. Volteo
mostrando sus colmillos y lo miro bastante molesta. Jimmy continúo recorriendo
la alfombra paso a paso mientras docenas de arañas le seguían con la mirada
mientras esperaban el momento en que el niño perdiera el equilibrio para
recibir carne fresca y beber la sangre de una manera tan cruel pero elegante
como solo las arañas saben hacer.
Jimmy
comenzó a preocuparse paro también a sentirse eufórico en cuanto vislumbro el final.
Las arañas le dirigieron al niño una mirada de cinismo y odio para después
continuar moviéndose libremente bajo la opaca luz de la Luna que cada vez se
ocultaba otro tanto entre las nubes de la tormenta próxima a desatarse.
El
niño levanto la vista lentamente observando que tendría que dar un gran salto
para volver a estar a salvo y pedir su deseo. Una araña paso cerca de su pie y
acerco sus colmillos ferozmente para después continuar su camino. Jimmy comenzó
a respirar aún más agitado. Se preparó mentalmente, cerró los ojos, dio un gran
salto y después…
Sintió
bajo su talón los pelillos de las patas de una tarántula. Abrió los ojos
mientras giraba la cabeza lentamente hacia el suelo. A solo unos milímetros de
distancia una tarántula le lanzaba su penétrate mirada. Jimmy suspiro aliviado.
Volteo hacia el frente solo para darse cuenta de que había tocado con el pulgar
el tórax de una pequeña araña. Levanto su pie asustado, pero esta no se movió.
Aquella
era una araña real, había logrado llegar hasta el otro extremo de aquella
mórbida alfombra sin siquiera saber cómo lo había hecho. La tormenta se desato.
Una
figura salió de detrás de una de las columnas aplaudiendo con varios pares de
manos. Jimmy grito y hecho a correr hacia la escalera sin importarle pisar la
alfombra, pero antes de alcanzarla algo lo toma del tobillo haciéndolo caer y
comienza a arrastrarlo. Las arañas solo miran la escena desde la alfombra
mientras los gritos de horror y angustia de Jimmy son acallados por la fuerte
tormenta.
Al
otro día una madre se levanta felizmente, es el cumpleaños de su pequeño hijo. Su
esposo se encuentra tirado del otro lado de la cama. La observa salir del
cuarto a través de sus fríos ojos muertos mientras varias docenas de arañas
salen de su boca y nariz y se dirigen a través del ducto de ventilación hasta
el lugar donde se suponía habían estado toda la noche.
Aquel
deseo de cumpleaños se había cumplido. Jimmy deseaba que su padre volviera a
casa, y dicho deseo había sido concedido. Solo le había faltado aclarar era que
su deseo era que regresara vivo.
Jimmy
despierta agitado. Todo ha sido una pesadilla. Respira mientras se quita las
cobijas de la cara y vuelve a consternarse. Sobre él se encuentra una fría tapa
de madera y el sonido de los insectos arrastrándose hacia él le revela que su
deseo ha sido cumplido… pero también el precio ha sido pagado.
Allá a lo lejos, detrás de la casa, la madre buscaba a su hijo a la luz
del día.
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