Laberinto de Maíz
Iba un poco ebrio. Cualquiera
diría que soy un alcohólico, pero se acercaba Halloween y la cerveza en mi
localidad se pone realmente barata en estas fechas y no es como que no haya
conducido en dicho estado hasta mi casa en otras ocasiones. Hace mucho que
perdí la cuenta de cuantas veces he tenido que pagar multas o pasar la noche en
una celda por esta razón.
Pero después de lo que ocurrió
hoy, creo que voy a moderarme más a partir de ahora.
Me aparte de la carretera al ver
la figura de un espantapájaros que sostenía un cartel con el anuncio: Laberinto
de Maíz. Baje del auto y eche un vistazo, no había muchas personas y realmente
no me asusto fácilmente, pero pensé que, por que no.
Volví al auto y enfilé por el
pequeño camino de tierra que llevaba hasta un lado de la granja. Después de
aparcar me acerque a la taquilla.
Un niño sonriente con un disfraz
de vampiro me tendió un boleto tras decirme el monto. Le tendí un billete y le
dije que se quedara con el cambio. No piensen que estaba siendo amable.
Sencillamente sabía que de no haber hecho aquello hubiera dado media vuelta al
salir de allí e iría por más cerveza y ya de por si es cansado vivir con mi
madre, como para todavía escuchar sus sermones y largos rezos a no sé quién
para no sé qué.
El dichoso niño me dio las gracias
y señalo hacia la izquierda, como si hiciera falta, el campo de maíz era
bastante visible desde la carretera y estando allí aún más.
Una pareja entro antes que yo y
rápidamente se perdieron entre las paredes de docenas y docenas de tallos con
sus respectivas inflorescencias. Yo le tendí el boleto a la niña que
resguardaba la entrada. Me miro de una manera extraña, tal vez pensando qué
coño hacia yo ahí, y no la culpo, la verdad es que vivir con mi madre me ha
envejecido bastante rápido.
Eche a andar en una dirección
diferente a la que se fue la pareja. Si iban a coger o algo por el estilo no
quería tener la menor intención de encontrarlos por allí uno encima de otro.
Realmente no había mucho que ver.
Pase junto a paredes cubiertas de arañas de peluche y murciélagos de goma
colgando de hileras de focos en alambres bastante visibles. Ocasionalmente un
tipo vestido de zombi, monstruo o carnicero saltaba de repente para tratar de asustarme,
pero yo solo le decía lo ridículo que lucía su disfraz y me iba con una amenaza
de un machete de plástico o un gruñido bastante falso. Lo único que tal vez me
hizo brinca treinta centímetros del suelo fue que al dar una vuelta me lanzaron
una cubeta de sangre a la cara. Debo decir que me costó bastante retirarla de
mis ojos, pero finalmente lo logre, aunque no pude ver al gracioso que hizo
aquello, de lo contrario le hubiera dado cuando menos un buen puñetazo.
Seguí avanzando tratando de
encontrar la salida, pues quería quitarme la ropa mancha de sangre y darme un
buen baño, además todo aquello estaba resultando completamente aburrido.
No me tope con muchas personas,
solo un par de niños que al verme huyeron y un grupo de chicos que se rieron de
mí y siguieron andando como si nada, además de otros empleados que se dedicaban
a amenazar y asustar sin éxito.
No sé en qué momento logre llegar
al centro del laberinto, no había nada salvo unos cuerpos desmembrados que
claramente se veían falsos, incluso percibía el aroma de la miel que habían
usado para la sangre falsa, y que dado su objetivo atraía las moscas para dar
mayor realismo. Estaba contemplando aquello y decidiendo si regresaba por donde
había venido o buscaba otra opción para salir cuando apareció un tipo con
bastante sangre sobre la ropa. Supuse que al igual que a mi le habían hecho la
broma de arrojarte sangre en un descuido, pero descarté la idea en cuanto vi
que sujetaba un cuchillo de caza. Sin darle importancia pasé a su lado y seguí
andando. No sabría decir por qué, pero ese tipo realmente se veía diferente, no
parecía un empleado de la atracción y de pronto me di cuenta de que algo no
andaba bien. Por donde yo había pasado no había sangre regada en el suelo. Eso
si me asusto, pues las moscas ya eran bastante frecuentes y el tenue aroma de
la miel había desaparecido por completo. Di varias vueltas esperando a que me
alejaran de allí.
En cierto momento me encontré con
un callejón sin salida por lo que tuve que darme media vuelta y me encontré con
el tipo que había visto anteriormente. Seguí sin prestarle atención y volví a
pasar a su lado. Ahora podía escucharle siguiéndome por lo que disimuladamente
apresure el paso, pero volvía terminar en otro callejón sin salida. Me di la
vuelta rápidamente, pero allí estaba.
Sostenía el cuchillo a la altura
de su pecho y me miraba con una sonrisa maligna.
-Algún psicópata podría venir y
asesinar a las personas -me dijo-. Cualquiera pensaría que es parte de la decoración.
No sé si me aterre o no, pero no
planeaba quedarme allí para preguntarle qué coño quería decir. Hice trampa y
comencé a correr atravesando las paredes hasta que finalmente salí de allí.
Me dirigí a mi auto y
conduje a casa lo más rápidamente que pude. Realmente no sé qué pensar de todo
esto, acaban de anunciar en el noticiero local vespertino que encontraron un
aproximado de seis cuerpos desmembrados en el laberinto de maíz en el que yo
estuve, pero también recuerdo lo que vi antes de finalmente salir. El tipo se cruzó
en mi camino, pero al lanzarle un golpe mi mano se estrelló contra un espejo.
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