Proteger El Ganado a Toda Costa.
Si
Terry ya se encontraba asustado por las historias que se contaban
sobre aquel camino, casi se había orinado en los pantalones tras la
advertencia de su patrón. Debía proteger el ganado a toda costa, de
lo contrario dicho ganado no tardaría en unirse a los animales
salvajes que rondaban por el bosque y muy probablemente le
terminarían matando.
Había
aceptado aquel trabajo porque necesitaba con urgencia el dinero, pero
hasta aquella ocasión su trabajo únicamente había sido alimentar y
cuidar de los animales en los establos y corrales, y de vez en cuando
subirlos a las camionetas cuando estos estaban a punto de ser
llevados al matadero.
La
recomendación siempre es que, llegado este punto, la misma persona
que los asea, cuida y alimenta sea quien los acomode en el transporte
hacia su juicio final, lo cual garantizara que los animales no estén
estresados y por tanto se obtenga carne de calidad. Pero rara vez
esto sucedía.
Los
animales siempre terminaban poniéndose más difíciles cuando esta
parte llegaba. Era como si a toda costa tratasen de evitar su
justificada matanza.
Terry,
sin embargo, recordaba que las cosas habían sido mas fáciles antes
de la llegada de Pandora Inc., después de eso todo había cambiado.
El pequeño accidente había y seguía costando muchas vidas en las
zonas rurales y caminos poco transitados como el viejo sendero Oeste.
Después
de que Pandora sacara a la venta su maiz-verde las cosas habían ido
bien realmente por un tiempo. Las tasas de carne infectada por E.
Coli habían
disminuido drásticamente. Incluso
la ley Kevin estuvo a punto de ser anulada.
Pero la euforia provocada por
el nuevo producto, sumada a
un genetista novato, la
corrupción y la falta de
recursos económicos de la
compañía casi provocaron la
extinción de la raza a falta de alimentos
ricos
en proteínas, y las masacres
provocadas por animales que siempre se habían considerado inocentes.
Ya no solo era la
preocupación por la enfermedad de la vaca loca, ahora
ademas todos los animales considerados ganado, sin excepción
se volvían locos y sanguinarios.
Terry
recordaba las largas semanas que paso hambriento, porque las tareas
de re domesticación de algunas especies se ponían cada vez más
complicadas. Los animales se negaban a volver a los corrales.
Mordían, lanzaban patadas y chillaban desesperadamente tratando de
huir. Algunos incluso según palabras de su difunto padre salieron
corriendo a las Montañas del Oso y allí se habían lanzado por un
acantilado. Otros mas habían destrozado a granjeros y devorado parte
de sus cuerpos.
Fue
horrible.
Pasaron
varios años, pero finalmente el “accidente” fue corregido aunque
solo parcialmente. Unos pocos especímenes fueron domesticados
nuevamente y la producción de ganado se reinició.
Lo
único que seguía siendo difícil era el traslado y el tener que
lidiar contra todos aquellos que habían huido y de vez en cuando
aparecían para atacar sin piedad a los que transportaban a sus
similares. Pues las granjas después de algunos ataques se habían
armado hasta los dientes, por lo que dichos animales rara vez se
acercaban allí. Dejando zonas poco concurridas como cede principal
de sus ataques.
Y a
partir de los primeros ataques, el lema: “Proteger el ganado a toda
costa”, se había vuelto el cliché de los granjeros, pero claro
que ellos rara vez lo ponían en práctica, preferían gastar enormes
sumas de dinero para que alguien se encargara de los traslados antes
de tener que hacerlo por ellos mismos. Y claro, siempre había un
pobre incauto como Terry que, a falta de dinero, terminaba aceptando
el encargo con todos los riesgos que conllevaba.
La
camioneta paso junto a la olvidada torre de vigilancia. Una torre que
había sido construida para ofrecer apoyo a los granjeros, pero que
obviamente había sido atacada y termino sumida en el olvido.
Entonces el viejo sendero Oeste apareció ante la mirada de Terry.
Odiaba ese lugar a pesar de que era la primera vez que tenía que
transitar por allí. Su propio padre lo había hecho varias veces, o
por lo menos hasta la desafortunada ocasión en que los animales del
bosque atacaron la camioneta en la que transportaba el ganado hacia
el rastro. Los animales se pusieron violentos y habían huido hacia
el bosque siguiendo a los demás animales que salieron de entre los
árboles.
El
padre de Terry había sido encontrado aún con vida y lograron
rescatarlo antes de que la manada nuevamente pudiera atacar el
cargamento que conducían por allí, pero nada se había podido hacer
por el hombre. Su rostro se encontraba desfigurado casi en su
totalidad y le habían arrancado una pierna y una mano, además de
que sus intestinos se encontraban fuera de su lugar y con señas de
mordidas.
Terry
intento apartar su mente de aquellos pensamientos y concentrase en lo
que hacía. Conducir.
A
los lados, pronto los árboles comenzaron a generar una atmósfera de
película de terror, pues se hacían cada vez mas altos y densos.
Parte de su corteza estaba parcial o totalmente quemada al igual que
la hierba que los rodeaba. Hacia bastante sol, pero de repente se
había oscurecido debido a la niebla que aún no terminaba de
disiparse, pues, después de haber llovido durante toda la noche no
podía ser de otra forma.
Terry
escudriñaba lo mejor que podía ambos lados del terreno por si algo
anormal sucedía. La niebla que aún no terminaba de subir y cubría
parcialmente las raíces de los árboles le puso de nervios aun mas.
Sintió
miedo, y con razón, pues los animales comenzaban a hacer sonidos
extraños, además de arañar y golpear el suelo de la camioneta que
se bamboleaba con cada golpe de las pezuñas. Acelero, pero casi
inmediatamente tuvo que frenar de golpe. Al dar la vuelta en una
curva observo con horror que la carretera se encontraba intransitable
debido a un tronco allí atravesado casi estratégicamente. La tierra
del deslave cubría parcialmente la mitad de la carretera.
El
conductor maldijo su suerte y tras echar mano de un hacha y la
escopeta que le habían recomendado llevar se apeó de la cabina del
conductor. Aquello seguramente iba a tardar y el silencio del bosque
indicaba que algo malo estaba punto de pasar.
Miro
bien a ambos lados antes de dar el primer golpe al tronco que sonó
ensordecedor. Los animales seguían golpeando la camioneta mientras
arañaban, gemían y gritaban de una forma casi irreal. Terry casi
sentía sus miradas posadas sobre él y los bufidos desesperados
sobre su cabeza.
Terry
se apresuró. Retiro el hacha del tronco y continúo dando golpes
durante algunos minutos más hasta que finalmente oyó un grito
parecido al que emitían los animales, solo que este provenía del
bosque.
A
pesar de que podía tener consecuencias continúo golpeando el tronco
que ya casi se partía por la mitad. Los sonidos procedentes del
bosque hicieron que el miedo y la adrenalina le dejaran un sabor a
vació de estómago. Por un momento considero echar a correr y dejar
allí el tronco, pero sabía que las consecuencias serían grandes si
lo hacía. La paga era bastante buena como para no llevar el ganado
hasta el rastro y, además, la gente necesitaba comer. El cargamento
anterior no había sido suficiente para satisfacer la demanda de
carne de la semana.
Golpeo
con más fuerza aún. Los ruidos de pisadas se volvieron más
audibles.
Terry
se asusto todavía más. Los animales en cambio parecían presas de
un júbilo irreal.
Tomo
una parte del tronco y comenzó a moverla. Los gemidos se escuchaban
cada vez mas cerca. Demasiado cerca. Cuando termino de mover una
parte del tronco finalmente aparecieron.
Eran
los animales más horrorosos que jamás había visto. Sus cabezas
eran deformes y tenían una mata de pelos que casi les cubría los
ojos, todos lo miraban con una expresión de odio con sus ojos
inyectados en sangre y chasqueaban sus extraños hocicos llenos de
pequeños pero afilados dientes. Algunos caminaban en cuatro patas,
pero otros no. Lo cual era ya de por si extraño tomando en cuenta
que sus cuerpos no estaban cubiertos de pelo totalmente como debería
ser. Parecían cerdos salvajes, si es que podían considerarse
cerdos, pues tenían la envergadura de un toro de monta. Algunas
crías que parecían terneras desprovistas de piel le mostraron más
los colmillos mientras manoteaban hacia él.
Terry
las miro con miedo y asco antes de echar mano del hacha y comenzar a
andar lentamente hacia la camioneta que se bamboleaba cada vez más
al punto de que Terry pensó en algún momento se voltearía.
Un
par de esas cosas se lanzaron corriendo hacia él, pero las derribo
golpeándolas en el pecho con el hacha.
Algunos
animales que esperaban en la linde del bosque gimieron y gritaron,
otros más se lanzaron siendo detenidos por disparos de la escopeta.
Corrió hacia la camioneta cuidando de no resbalar con el lodo que se
había adherido a sus botas, pero uno de ellos de un salto lo golpeo
en las piernas y lo derribo.
Terry
comenzó entonces a defenderse a base de patadas y golpes. Acertó
algunas a aquellas criaturas que ya se lanzaban en manada contra él,
a otras las hirió o mato con el hacha y la escopeta hasta que
finalmente pudo levantarse.
Tenía
un tobillo roto y su otra pierna se encontraba mordida y arañada. Su
cara seguramente tenía moratones, pues él no podía afirmarlo hasta
mirarse en un espejo, pero casi no podía ver a causa de la sangre
que escurría de su cabeza.
Llego
tambaleándose a la cabina del conductor y tomo una nueva caja de
munición. Varias de esas cosas lo rodeaban y antes de que pudiera re
cargar se abalanzaron a por él. Logro lanzar fuera de su alcance a
un par con la culata de la escopeta, pero inexplicablemente uno de
ellos había tomado el hacha y le hizo un nuevo corte en la pierna.
Grito de dolor mientras terminaba de re cargar.
Dos
de esas cosas cayeron tras el impacto del cartucho. Algunos volvían
al bosque, pero pudo escuchar claramente como algunos forcejeaban con
la puerta tratando de liberar a los animales que golpeaban contra la
puerta tratando de dar ayuda a aquellas cosas.
Disparo
y finalmente se deshizo de aquellas cosas. Más, sin embargo,
comenzaban a aparecer.
Volvió
corriendo a la cabina y piso el pedal. Aun con el tobillo roto y su
pie descalzo le importo muy poco el dolor, solo quería salir de
allí.
Más
de esas cosas se atravesaron en el camino intentando bloquear
nuevamente el camino con el tronco ahora partido por la mitad. En la
parte trasera de la camioneta los animales ahora gemían y gritaban
de una manera aún más horrorosa mientras aquellas cosas que salían
del bosque les imitaban.
Terry
piso a fondo el acelerador y arrollo a algunas de esas cosas, la
camioneta estuvo a punto de voltearse al pasar sobre la parte del
tronco que no había tenido tiempo de retirar y resbalar en el lodo.
El parabrisas quedo salpicado se sangre negruzca y brinco de tal
manera que casi nuevamente el conductor se orino en los pantalones.
Los gemidos y gritos aún se escuchaban, pero lentamente comenzaban a
apagarse. De un fugaz vistazo por el retrovisor pudo ver que la
cabeza de una de aquellas cosas había quedado atrapada entre las
tablas de la puerta. Terry apretó el freno y retrocedió
instintivamente. El sonido de huesos rotos fue todo lo que finalmente
se escuchó.
Por
el espejo retrovisor pudo ver la amalgama de carne que terminaron
siendo aquellas cosas a las que atropello.
La
cerda se encontraba terminando de tender la ropa cuando vio aparecer
por el camino la camioneta del granjero Iván. El parabrisas se
encontraba lleno de sangre por lo que no dudo comenzar a llamar a
gritos a su esposo.
Un
cerdo obeso enfundado en un overol de mezclilla llego corriendo al
escucharla.
El
buey detuvo la camioneta y se apeó con dificultad
-Terry
-la voz de la cerda sonó preocupada.
-Hola
señora Anderson.
-Pero
que paso, mírate. Ven vamos a curarte eso.
El
buey le dirigió una sonrisa a la cerda mientras el cerdo le ayudaba
a entrar a la casa.
-Quédate
aquí -le dijo una vez lo acostó sobre el sillón-. Supongo que Iván
te mando a dejar el cargamento al matadero.
Terry
asintió levemente.
-Ese
viejo loco le tiene tanto miedo a esas bestias del bosque, que está
dispuesto a pagar fortunas a cualquiera que lleve las entregas -dijo
el cerdo-. Todo por no tener que hacerlo el, pero que se puede
esperar de esa vieja cabra. Que fue lo que te dijo antes de salir.
-Que
protegiera el ganado a toda costa.
-Y
vaya que lo hiciste. Esos humanos pueden ser bastante difíciles. No
te preocupes, terminare la entrega por ti, mientras tanto que
Margaret te cure eso, lo único malo es que no podrá devolverte el
cuerno.
El
cerdo salió riendo y tomo un hacha. Comenzó a golpear el cuerpo que
aun colgaba de la puerta de la camioneta, cuando este cayo al asfalto
desatoro la cabeza mientras evitaba las mordidas que le lanzaba el
ganado. Subió a la camioneta. Pronto llego al rastro y tras saludar
al cerdo vestido en uniforme de policía dirigió la camioneta hasta
el corral de descarga.
-A
quien atacaron esta vez -pregunto un toro que en ese momento
terminaba de afilar un cuchillo.
-A
Terry, el chico que trabaja con Iván.
-Proteger
el ganado a toda costa -dijo el toro.
-Proteger
el ganado a toda costa -respondió el cerdo.
Desde
dentro llegaban gritos desgarradores. El cerdo y el toro comenzaron a
descargar a los desafortunados humanos que no habían podido escapar.
Dentro
de la instalación repartidos por rieles y mesas se encontraban
cuerpos destazados que pronto terminarían convertidos en cadáveres
congelados y carroña procesada que los animales terminarían
devorando gustosos.
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