El Fin del Mundo + Minipasta #1 (Especial # 10)

Todo comenzó con accidente marítimo; una cisterna en un barco. Un desastre con petróleo, o al menos eso es lo que todos creían.
Absolutamente todos estaban preocupados por los pobres e indefensos animales, los bancos de coral y los marineros que se encontraban atrapados.
La ayuda comenzó a llegar junto con todos los medios de comunicación que se hicieron presentes en cuestión de horas, y como era de esperarse alguien tenía que publicar la mejor nota de todas, ya fuera para sorprender al jefe o para que su cadena televisiva subiera su audiencia vertiginosamente. Sin embargo, los rescatistas únicamente accedieron a llevar una sola cámara para que todos pudiesen ver que era lo que pasaba.
Todo transcurría con normalidad hasta que los animales y la tripulación enloquecieron y comenzaron a atacar a los rescatistas. Gritos de rescatistas que pedían que los sacasen de allí, huesos rotos y heridas, la más pura brutalidad que se pudiera encontrar. Y a la gente de la costa no le iba mejor. Peces que saltaban del agua como si fuesen pirañas y los gritos… para dicho punto la cámara había caído, pero seguía grabando todo, y todos podían verlo. Varios minutos de transmisión en que los rescatistas eran atacados por los marineros y los animales.
La transmisión se cortó después de seis minutos, pero la mayoría ya lo había visto todo. Intentaron repararlo transmitiendo otras noticias como el clima, finanzas, deportes, entre otros, y después no se volvió a saber más del tema. Todo había terminado tan rápido como comenzó y algunos trataron de seguir con sus vidas. Pero no había mucho que pudiera hacerse, cada vez que alguien cambiaba de canal o pasaba por el quiosco de revistas eso ahí estaba. Toda clase de teorías sobre lo que pasaba, pero ninguna alerta específica a pesar de que nadie sabía que pasaba realmente.
Tan solo cinco días después se declaró el primer estado de alerta. Y ahí fue cuando todo se descontrolo. La cosa ya había sido más que vista; toda película zombi comienza igual, lo que sigue son multitudes acaparando comida, agua y armas.
Una epidemia parecía estarse esparciendo. Algunos trataban de huir, pero en algo tenían razón las películas no sirven de mucho.
Sin embargo, no había nadie temeroso de la enfermedad, más bien de ellos. Llegaron a Brasil, nadando. A Japón, en un bote salvavidas. Algunos esperaban quejidos, cuerpos mutilados arrastrándose mientras buscan el cuello de alguna indefensa ancianita para morder, pero es en eso en lo que las películas se equivocaron; a Río de Janeiro y Tokio llegaron corriendo y gritando. Pronto terminaron con Europa, era imparables, estaban conscientes, o importaba con que los atacaran. Cortes y golpes no hacían diferencia alguna.
Habían tomado Inglaterra y después le siguió África. Lo que quedaba de América estaba en un estado de emergencia, pero una vez llegaron a México solo fue cuestión de tiempo que comenzaran a tomar el resto.
Washington y Nueva York eran los únicos estados a los que aún no habían llegado, pero todos sabían que era cuestión de tiempo. Las barricadas que habían construido no servirían de mucho y Mr. President lo sabía.
La cámara lo esperaba, pero sabía que cualquier cosa que dijera no haría diferencia alguna. Una llamada fue interceptada a la vez que le traían una carpeta con fotografías, las observo antes de contestar la llamada y deseo no haberlo hecho; rostros bañados en sangre, caras que parecían gritar y otras que parecían susurrar.
Tomo el teléfono, una voz salió del auricular.
¾    ¿Por qué no abren las puertas?
¾    Hemos venido por ustedes.
¾    Serán felices si abren las puertas.
¾    No es tan malo.
Las voces susurrantes se convirtieron en ruido que trataban de convencerlo, de quebrarlo, de engañarlo. Colgó el teléfono y se sentó en la silla presidencial. Ordeno que se tomaran fotografías cada media hora por si se aburrían y decidían irse, pero un quinto amanecer se acercaba y ellos seguían allí. De vez en cuando volviendo a insistir.
Anochecía. Mr. President tenía ya enormes ojeras y sus ojos no parecían resistir más, pero allí fue cuando lo vio.
¾    Porque no lo haces, para eso fui creado. Si te vas me voy contigo
Mr. President se quedó con la vista fija sobre el objeto por varios minutos.
El botón del fin del mundo se veía tan redondo, tan rojo, tan presionable…
Clic.
Las alarmas comenzaron a sonar en todo el mundo.
10… 9… 8… 7... 6… 5... 4... 3… 2… 1…



Desayuno.

A pesar de que me levante temprano para llegar a tiempo al comedor Gerry había acabado con el cereal. Mamá salió a comprar más, pero no iba poder esperar.
Para cuando mamá regreso yo había terminado mi desayuno; aun así, me dio la caja, se dirigió a la cocina y después regreso a tomarme en brazos y salió corriendo conmigo de allí.
Mientras la policía sacaba el cadáver de Gerry arroje lejos la caja de cereal, no sé cómo poder disfrutarlo a partir de ahora. Sabe mejor con sangre y acido estomacal.

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