Carita Feliz
Todavía era
de noche cuando Jacqueline salió a su trabajo, aquel día como pocos otros
sintió algo de temor cuando llego a la calle Zaragoza, sin duda la más oscura
que había que cruzar para llegar a la estación de autobuses. Y no podía ser de
otra forma ya que la luz eléctrica había caído en toda la ciudad debido a una
fuerte tormenta.
La
estación de autobuses le infundió aún más temor, pues los únicos pasajeros que
se encontraban recargados en la barda del Hospital General parecían sombras que
en cualquier momento estirarían las manos para llevarte lejos, quizás a un
lugar fuera de todo entendimiento humano.
El
autobús demoró un poco en llegar, pero algo no le pareció bien a Jacqueline, la
parte de enfrente parecía abollada, pro no como una abolladura reciente, pues
todos los autobuses eran reparados inmediatamente, y la probabilidad de un
accidente en el corto tramo desde la terminal hasta dicha parada sonaba muy
poco probable. Sin embargo, Jacqueline no le dio mucha importancia y subió, por
fortuna nadie más decidió compartir el asiento con ella.
La
lluvia nuevamente comenzó a caer mientras el autobús dejaba tras de sí la
parada que cada vez parecía más lúgubre.
Jacqueline
comenzó a dormitar mientras el autobús se introducía por la carretera, sin duda
esperaba que no realizara demasiadas paradas, debido a que el día anterior
había pasado esto y el jefe no fue muy comprensivo cuando ella arribo a su
trabajo. Y por fortuna así fue, ni siquiera en la siguiente ciudad subieron
demasiadas personas.
Las
luces del autobús se hallaban encendidas cuando despertó para ubicarse
mentalmente de en qué poblado se encontraban; limpio un poco el vidrio empañado
con la manga de su abrigo y echo una rápida mirada cuando el autobús recomendó
el trayecto. Las luces se volvieron a apagar sin embargo ya no volvió a
dormirse, echo una mirada de reojo al vidrio, el cual para ella se veía un poco
feo debido a la forma en que lo había limpiado, por su mente cruzó rápidamente
una idea y sin darse mayor tiempo de pensar decidió plasmarla. Pintar una
carita feliz sobre el vidrio. Después de esto volvió a querer dormir un poco,
sin embargo, en ese momento el autobús freno bruscamente, levanto la mirada y
no escucho que alguien se quejará por ello, el único sonido perceptible hasta
ese momento era el de la puerta del autobús abriéndose. Rápidamente Jacqueline
volvió a mirar por la ventana y se dio cuenta de que el autobús se encontraba
un poco más allá de la caseta de la autopista, levanto la mirada una vez más
hacia el frente y ahí fue cuando las cosas nuevamente no parecían ir bien. La
carita feliz seguía ahí, pero parecía que miraba a Jacqueline con burla y saña.
La
puerta volvió a cerrarse y una mujer apareció por el pasillo cuando el autobús
volvió arrancar, solo que ella ya no se encontraba sentada.
Jacqueline
se encontraba de pie en el pasillo sin embargo no sentía ni el más mínimo
movimiento. En el lugar donde ella se encontraba sentada ahora había un niño de
no más de doce años y por fuera no se veía oscuro, sino que parecía un día
normal a las cinco de la tarde. La extraña mujer se acercó al asiento y le dijo
algo que ella no pudo escuchar, pero probablemente le pedía que desocupara el
asiento del pasillo para que ella pudiera ocuparlo, debido a que los demás
estaban todos ocupados ya, pero el niño no hizo el menor caso a las palabras de
la mujer, solo volteo hacia la ventana para respirar cerca de ella, una vez
hecho esto dibujo una carita feliz. Jacqueline lo vio y de inmediato vio que
era la misma que ella había dibujado, exactamente en el mismo sitio.
La
mujer volvía susurrarle las palabras al chico, peor nuevamente este no hizo
caso alguno. En ese momento el autobús freno repentinamente y la mujer cayo de
bruces al suelo, estallando el niño en una carcajada. Una vaca se había
atravesado en medio de la carretera y si el chofer no hubiera frenado el
autobús hubiera quedado con más que una abolladura en la parte de enfrente.
Jacqueline había visto todo, pero no había sentido movimiento alguno.
Los
pasajeros comenzaron a descender para tratar de aumentar a la vaca, mientras
otros ayudaban a la mujer a levantarse. Una vez que todos comenzaron a
reacomodar sus cosas la mujer se irguió y tomo al niño por el cuello el cual la
veía aterrorizado. Lo último que los pasajeros escucharon fue un grito
desgarrador, seguido del ruido de un vidrio roto, pero no había ningún vidrio
roto, solo manchado de sangre, la sangre del niño. Y ningún rastro de aquella
mujer.
Jacqueline
solo escucho un alarido que la hizo despertar, e inmediatamente ponerse pálida,
la extraña mujer estaba en el asiento a su lado; Jacqueline la sintió ahí.
Volteo hacia el vidrio y vio la figura de aquel niño:
-No
habrás los ojos-susurro.
Algo
la hizo sobresaltarse y despertar, la figura del niño había desaparecido, solo
quedaba la carita feliz, pero no la miraba a ella, miraba al asiento de al
lado.
Poco
a poco Jacqueline volteo. La extraña mujer que había visto ahí estaba.
El
autobús dio un fuerte frenazo que le dejo una pequeña abolladura cuando el
desgarrador grito de Jacqueline se escuchó incluso por fuera. Los demás
pasajeros se acercaron y solo encontraron lo mismo que los guardias de la
caseta de cobro de la autopista.
El
esqueleto de un niño de no más de doce años con el cabello tan largo que
incluso se arrastraba bajo sus pies.
Los
pasajeros dieron su testimonio a la policía mientras otros buscaban a
Jacqueline pues no era posible que se hubiera ido sin sus pertenencias y lo más
importante, hacia dónde, pero solo alguien muy observador podía haberse dado cuenta.
Mientras
el tubo de escape y el clima volvían a empañar el vidrio, la carita feliz se
difuminaba lentamente esbozando una sonrisa macabra, detrás de la cual
Jacqueline gritaba y golpeaba el vidrio sin que nadie llegara a escucharla.
En
tanto el forense recogía el cadáver, la carita feliz terminaba de perderse una
vez más, esperando el momento en que alguien vuelva a marcarla nuevamente y así
poder tomar otra vida para no dejar de sonreír jamás.
¿Lo
intentas…?
Quién sabe… posiblemente la próxima vez tú seas el afortunado o
afortunada.
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