Dead Meat
Alguna
vez te has preguntado: ¿qué tan inofensiva es una vaca?
¿Acaso
los animales no toman venganza por tantas muertes dadas a sus diferentes
especies y destinadas a alimentarnos?
¿Qué
tanto placer sientes al saborear un bistec o un filete miñón? ¿Qué tanto te gusta
comer carne?
¿Qué
tanto crees en los zombis o mejor dicho en la mutación de animales? ¿Desde
cuándo se utilizan armas biológicas y que tanto daño pueden causar sin que se
sepa?
Alguna
vez aquellos cadáveres; o lo que queda de ellos, ¿se levantaran para cobrar
venganza por tantas muertes dadas a su especie? ¿Llegara el día en que los
carniceros revisen el congelador y sean atacados por aquella carne destinada a
un restaurante? La respuesta queda a tu criterio. Pero la posibilidad día a día
se vuelve más grande…
Existió
una granja en las afueras de un viejo poblado; una granja bovina. Pero los
propietarios sacrificaban animales más por placer que por comercio.
La
comida de todos los días era carne. Básicamente todo el día se componía de
cualquier pieza comestible de la res; incluso el ganado estrella fue devorado
cuando ya no sirvió para producir leche ni nada más. Los más respetados, pero
no por mucho eran los machos; una vez que el macho había preñado a todas las
hembras posibles, terminaba en la mesa del comedor. Aquella vía por la que se
encontraba la granja era conocida por muchos, ya que gran cantidad de viajantes
y comerciantes se desplazaban con regularidad por dicho paraje.
Por
eso fue de gran sorpresa aquel día en que al hacer su aparición el astro Rey y
algunos otros viajeros que iban hacia el poblado próximo se sorprendieron al
encontrar varios cadáveres cerca del camino principal. La policía llego pronto
y dentro de la casa encontró algo que deseo no haber visto; el cuerpo de la
señora de la casa se encontraba atravesado por dos grandes cuernos de toro en
la pared del descanso; los niños se encontraban en el pasillo con grandes
mordeduras y rastros de haber sido envestidos por algo que también atravesó la
ventana del corredor, al parecer un toro. Y algunos empleados habían sido
pisoteados hasta que les reventó el cráneo.
Algunos
veterinarios examinaron el cadáver del toro, pero no hubo nada contundente que
demostrara el por qué se habían comportado de esa forma; enloquecieron
simplemente o algo los asusto en la “quietud” de la noche, por lo que los
granjeros salieron a tratar de controlarlos. Nadie lo supo.
Esa
tarde la policía regreso al lugar solo para encontrase con otra desagradable
sorpresa, algunas otras reses se encontraban muertas por todo el terreno, al
parecer habían riñado entre ellas y algunas habían terminado matándose.
El
terreno permaneció abandonado durante algún tiempo, así como aquel camino ya
que nadie se atrevía a volver a pasar por ahí. Por lo menos hasta que cierto
día de fuertes lluvias ocasiono un deslave que tapo el nuevo camino, por lo que
un grupo de jóvenes decidió utilizar el viejo camino, pero como ninguno de
ellos sabía exactamente por donde ir estuvieron dando vueltas hasta que se
encontraron con las ruinas de la ahora temida granja, pues el que ocurrieran
dos masacres en un solo día daba mucho que pensar. La tormenta amenazaba con
caer pronto y regresar o seguir era algo imposible e inclusive desde el ángulo
correcto suicida si no se sabe hacia dónde ir, debido a esto los jóvenes
decidieron entrar a la granja de la cual ya solo quedaba en pie un viejo
establo. La tormenta comenzó a caer. Y para empeorar las cosas el granero
resulto ser la parte de la granja que utilizaban como matadero: de las paredes
colgaban todavía unos afilados ganchos, hachas, cuchillos, entre otras cosas.
Pero sin duda lo más extraño era una escultura de vaca a tamaño natural, la
cual fue representada completamente despellejada y con ojos rojos. Obviamente
que algún depravado debió poner eso allí; pues parecía tan real que solo
mirarla producía asco, y aquel olor a carne putrefacta empeoraba las cosas.
Por
suerte para los chicos había varias pacas de pastura sobre las cuales poder
recostarse, y la horrible escultura se encontraba en el otro extremo solo
iluminado por la luz de un pequeño rayo de luz.
Los
chicos se recostaron y pronto se quedaron dormidos tratando de ignorar la
horrible visión.
De
más está decir que jamás volvieron a salir de allí.
Pasaron
varios días antes de que alguien diera con un olor putrefacto. Las autoridades
llegaron alertadas más por el olor que por la desaparición de los chicos en sí.
Armados y con varios pobladores siguiéndoles la pista ingresaron dentro del
granero abandonado de la cual venia el olor.
Era
un espectáculo que solo a un asesino le parecería hermoso. Las viejas paredes
de madera se encontraban salpicadas de sangre. En medio del granero había un
cadáver lo bastante pisoteado que apenas se reconocían sus brazos, mas no su
cabeza, pues al parecer había explotado regando sus sesos varios centímetros a
la redonda.
Otro
más se encontraba sobre aquellas pacas de pastura, tenía varios insectos
encima, pero su piel había sido arrancada a mordidas, cosa que se supo más
tarde cuando el forense examino el cuerpo, pero lo más extraño era que aquellas
mordidas pertenecían a la dentadura de una vaca. Cosa que se pudo comprobar del
tercer cadáver, este se encontraba recargado en una pared al fondo, la cual
extrañamente no parecía salpicada de sangre, salvo por una escritura temblorosa
que rezaba: “fueron las vacas”.
Nadie
logro comprender exactamente aquellas palabras, pero ya habían pasados
bastantes masacres en los límites de aquella propiedad como para tomarse todo a
la ligera.
Varios
días después algunos pobladores se reunieron por la noche, armados con azadones
y otros objetos, además de varios barriles de gasolina.
Si
el granero era espeluznante de día, era porque aún no lo habían visto por la
noche, alumbrados con varias linternas entraron y comenzaron a regar la gasolina
por todas partes. Estaban por salir para tirar un fosforo encendido y acabar
con aquella pesadilla cuando comenzó a escucharse un mugido, el cual parecía
venir del rincón, debajo del cual había un agujero enorme como si alguien lo
hubiera construido para ocultar algo enorme. Varios hombres decidieron bajar
llevando con ellos un poco de gasolina. El mugido comenzó a escucharse
nuevamente, pero a medida que avanzaban ya no solo parecía ser uno sino varios,
querían regresar, pero algo les hacía seguir adelante. Demasiado adelante.
La
visión fue espantosa, antes de llegar a al final de lo que parecía ser un túnel
se toparon con que estaba ocupado por varios huéspedes de las profundidades.
Varios pares de ojos inyectados en sangre los miraban. No debieron enfocar el
final de aquel túnel. Varias vacas despellejadas los miraban, pero los miraban
de una forma bastante difícil de describir, parecían mirar con odio, como si
aquellos seres supieran que ellos se habían alimentado alguna vez de trozos de
carne sacados de alguna de sus compañeras, sin embargo, no eran visiones
espectrales, pues las pisadas se marcaban conforme comenzaron a correr detrás
de los aterrados hombres.
Por
suerte la gasolina logro bañarlas, y ellos lograron salir a toda prisa.
Después
de aquello jamás volvieron a articular frases coherentes y se abstuvieron de
comer carne hasta su muerte.
Los
pobladores decidieron callar aquello y se olvidaron del asunto conforme el
último de los participantes en dicho suceso murió. Jamás volvieron a ocurrir masacres
después de ellos.
Pasaron
los años y aquel pequeño poblado se urbanizo, atravesando una carretera
aquellas siniestras tierras en las que habían ocurrido tantas masacres.
El
rastro se edificó justo al lado de la carretera y el enorme sótano con las cámaras
de refrigeración pasaba justo debajo de esta.
Esa
noche todos los pobladores dormían pacíficamente mientras la cámara trabajaba
normalmente…, un camión de la fábrica principal paso por encima de la carretera
haciendo un gran estruendo y acallando el sonido de los congeladores
abriéndose, así como los siniestros mugidos que producían las cuerdas vocales
degolladas. Pasaba de la media noche cuando de la tapa de la coladera se
asomaron un par de siniestros ojos inyectados en sangre pertenecientes a nada
menos que la cabeza de una vaca. Solo la cabeza.
La
ciudad dormía pacíficamente mientras bajo la ciudad se escuchaban los mugidos
de varias vacas, que comenzaron a salir por todo el sistema de alcantarillado
de la ciudad.
Mientras
todos dormían ellas caminaban tranquilamente hasta cada una de las casas y
edificios de departamentos para comenzar la masacre, de la cual nunca estarán
conformes.
Y
creo que sabes muy bien porque…
Esta
historia comenzó con varias preguntas, así que, porque no me permites hacerte
una última: ¿te gusta devorar carne?
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