Guardián
Cuando
Lucy despertó encontró el pequeño vestido de organdí recién planchado dentro de
su armario. Arrumbo las cobijas al pie de la cama y salió de la cama para
vestirse y bajar a desayunar.
Al
entrar en el comedor sus padres y Frank ya la esperaban.
Frank
le dio los buenos días y un beso en la mejilla. La pequeña Lucy se rio cuando
la barba de Frank la pincho, sus padres sin en cambio no dijeron nada y
continuaron con lo suyo. Su padre leyendo el periódico y su madre con las
agujas de tejer en la mano
Lucy
comió sus cereales en total silencio mientras Frank terminaba de acomodar su
mochila. Una vez Lucy termino su desayuno subió al baño para cepillar sus
dientes. Frank la esperaba afuera para acompañarla hasta el poche de la puerta
donde la niña tomaría el autobús escolar. Frank lo seguiría a poca distancia en
su motocicleta.
El
autobús llego puntual, Lucy se despidió de Frank con un nuevo beso y otro
abrazo y subió al autobús. El barullo de niños impregnaba todo el ambiente.
Lucy camino entre ellos sin hacer el menor caso a nadie hasta que ocupo su
lugar. El autobús realizo unas cuantas paradas más antes de introducirse en la
desviación para dirigirse al colegio. Iba puntual como siempre, pero aquella
mañana probablemente llegarían un poco tarde debido a que una pipa de gasolina
bloqueaba un poco el paso.
La
niña comenzó a pensar que aquel día sería mejor ir al parque de diversiones que
seguir allí soportando al par de niñas que por detrás del asiento de Lucy
comenzaron a tirarle del cabello y a lanzar bolas de papel. Las ignoro, pero en
su rostro comenzó a dibujarse una sonrisa siniestra.
Lucy
asomo por la ventana y lo vio. Frank conducía a una velocidad exorbitante justo
junto a la ventana de Lucy, después todo paso rápidamente…
Lucy
despertó en el hospital con algunas contusiones. Frank estaba a su lado y la
miraba con total despreocupación. La niña lo rodeo con los brazos. Pasaron
varios minutos el doctor llego con el alta e intercambio unas palabras con
Frank sobre lo bueno que había sido el destino al ponerlo en aquella carretera
y lograr salvar a la niña de una manera realmente imposible. Los demás niños
sobrevivientes agonizaban por las quemaduras.
Frank
miro al médico con la misma indiferencia y únicamente le dijo: “Es mi deber”.
Él y
la niña salieron del hospital. Lucy pidió un helado y Frank puso en marcha su
motocicleta. Momentos después la niña disfrutaba de un enorme barquillo de
fresa con chocolate. Frank la miraba sonriendo. Una vez Lucy termino su helado
se dirigieron al parque de diversiones.
Lucy
paso la mayor parte del día en los juegos mecánicos que eran aptos para su edad
y en los juegos de destreza en los que apoyaba abiertamente a Frank para que le
consiguiera los peluches que ella quería. Incluso aquel enorme unicornio que el
empleado se había negado a dar a pesar de haber obtenido una puntuación
perfecta.
Más
tarde Lucy y Frank cenaban en la hamburguesería mientras ella acariciaba su
enorme unicornio de peluche. Frank la dejo por un momento y salió al callejón
para botar un enorme bulto negro a la basura.
Frank
regreso y vio que un matrimonio hablaba abiertamente con Lucy, al parecer
atosigándola al parecer con intenciones nada buenas; se acero y pregunto si
había algún problema. El matrimonio dijo que no y después de disculparse se
alejaron.
Salieron
y volvieron a toparse con aquellos tipos que al parecer los estaban esperando;
el hombre saco una navaja del bolsillo mientras que la mujer comenzaba a
acercarse hacia Lucy. Frank le dijo a Lucy que cerrara los ojos. La niña
obedeció y cuando volvió a abrirlos aquellos tipos ya no se encontraban cerca.
Volvió a darle un beso a Frank.
Una
vez en casa la niña paso indiferente frente a los cadáveres de sus padres,
apestaban aún más, pero Frank ya se encargaría de asearlos nuevamente. Por
ahora la pequeña se dirigía hasta el armario para sacar su pijama favorita y
echar un vistazo al vestido roto que usaba el día que su padre intento violarla
y las agujas de tejer con las que su madre la sometía “por no ser una buena niña con papa”. Frank la tomo por los hombros
y la condujo a la cama donde le ayudaba a ponerse su pijama y le cantaba una
canción de cuna.
Lucy comenzó a quedarse dormida mientras Frank salía de la habitación y
ella volvía a escuchar la eterna promesa de su diablo guardián: no desampararla
ni de noche ni de día.
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