No es un gato. (Basado en un sueño).
Apenas fue
consciente de donde nos encontrábamos hasta el momento en que divise
las viejas chozas que a cada momento se convertían en casas de
concreto y vidrio, y por demás amenazaban con seguir colonizando la
que es probablemente la calle mas larga de Árbol Viejo. Alcornoque.
No recordaba como
llegamos allí, pues no recordaba por que o en que momento habíamos
salido de casa, sencillamente deduje que debíamos dirigirnos a la
escuela de mi hermanos, lo cual aun así no dejaba de sonar extraño.
Pasaban de las once de la mañana y por lo general las reuniones son
a la ocho.
Yo me encontraba
tratando de recordar como habíamos llegado hasta allí cuando
finalmente nos comenzamos a acercar a Sauce Llorón y por tanto a la
bajada al cementerio. Fue allí donde comenzó a seguirnos.
Por lo general es
común encontrar perros merodeando a cada persona que se le cruza
enfrente, pero aquella mañana el único perro que se atravesó en
nuestro camino subió corriendo a su casa casi inmediatamente.
No se por que en ese
momento decidí voltear, Alamo lucia tan solitaria como siempre a
excepción de un gato que se encontraba sentado a la orilla de un
árbol. Un gato negro.
Ninguno de los dos
le prestamos atención, seguimos nuestro camino y creímos que el
gato también se iría. No sabría decir por que, pero aquello no
deba buena espina. El gato comenzó a seguirnos,
un grupo de personas
paso a nuestro lado apenas comenzamos a subir por la curva, pero el
gato ni se inmuto. Allí fue donde yo agite mi mano con la intención
de que se marchase, pero solo me miro desde el suelo donde se
encontraba sentado nuevamente.
El miedo comenzó a
apoderarse mi. Sabia que aquello no era un gato, algo muy dentro de
mi me lo decía y no solo eso me gritaba que ahuyentara a ese gato de
la manera que fuese, pero tenia que ahuyentarlo.
Tome una rama e
intente golpearlo con ella. El animal la esquivo con facilidad y al
tercer intento es casi arrollado por un taxi que descendía a toda
velocidad.
Me quede mirando al
gato y el a mi. Para ese momento ya no solo sentía miedo, estaba
aterrado.
No se por que lo
hice, sencillamente se que comencé a rezarle a alguien a quin no
recuerdo el nombre mientras murmuraba que aquello no era un gato. Mi
abuela me siguió, pues al parecer ella también comenzaba a
asustarse.
El viento comenzó a
soplar en nuestra dirección mientras nosotros continuábamos aquel
rezo y nos abrazábamos con la intención de que no nos entrase el
polvo a los ojos.
El viento finalmente
amaino y nos separamos.
Sin duda algo
extraño había sucedido. Ahora nos encontrábamos en la subida al
Puente de los Lobos. Como habíamos cruzado la franja que nos
separaba de un lado a otro de la carretera sin darnos cuenta. No lo
se, pero eso no me preocupaba.
Rápidamente me puse
a escudriñar el terreno. Aquel gato no estaba por ningún lado, pero
una nueva ola de terror me invadía, yo sabia que estaba por allí,
tal vez observándonos.
Comencé a tratar de
convencerme de que se había ido cuando de pronto escuche la voz:
<<No es un
gato, tu sabes que no lo es>>.
Adolescente y su
abuela son encontrados destrozados a un lado de la ermita. El estado
de los cadáveres sugiere que lo hizo un animal salvaje.
La pregunta es: qué
animal.
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