Una Historia de Terror para mi Padre

Hola papá, feliz cumpleaños, perdona la tardanza tenia trabajo pendiente en la oficina, pero sabes que jamás me perdería este día tan especial, espero que estés feliz de verme.
Se lo dije como mera cortesía, en fondo ambos sabíamos que ninguno de los dos estábamos felices de vernos; y debo decir que las razones de cada uno eran buenas, pero las mías más.
Pobre de mi viejo, le costó demasiado caro ser un violento sin causa. Aunque bueno, pienso que recibió su merecido. Cosas como no poder caminar y eventualmente por alguna razón perder la voz no me parecía tan malo, pudo haber sido peor...
La enfermera nos dejó solos en la habitación, mi viejo eludía mi mirada como si a dichas alturas de nuestras vidas se arrepintiera de lo que había hecho. Espere pacientemente por un par de minutos, pero al ver que él no planeaba decir nada se me ocurrió la idea de contarle una historia. Yo jamás había escuchado una historia de el para mí, así que porque no dar yo el primer paso.
“Puedo contarte una historia”. Mi viejo giro un poco la cabeza aun con aquella mirada perdida que trataba de eludir la mía. Me miro, lo mire y finalmente el asintió.
“Sera una historia de terror ya sabes sobre nosotros, pero no sé cómo vayas a tomártelo”. Mi viejo pareció asustado, pero yo sabía que no llamaría a la enfermera hasta que terminara la visita.
“Mis últimos padres adoptivos murieron hace un mes”, comencé.
La noticia había salido en primera plana, aquellos sujetos que se esforzaban en llamarme hijo y hacían todo lo posible porque yo los llamara mamá y papá habían sido asesinados con monóxido de carbono. Alguien había aprovechado la noche para drogarlos durante la cena y después de sellar las puertas y ventanas introdujo una manguera conectada al escape del auto y encendió el motor. Murieron sin dolor, según reportes del forense.
Pero basta de noticias. Seguí con mi historia.
“Recuerdas que cuando yo era niño siempre me hacías promesas que jamás cumplías. Oh vamos no te guardo rencor, solo te estoy recordando lo que pasaba; te ibas con tu amante cuando me habías prometido que pasaríamos la mayor parte de la noche terminando mi tarea o viendo televisión. Recuerdas que siempre decías, si será esta noche, lo prometo. No te guardo rencor, enserio sabes que me deshice de esos pensamientos hace años. Lo único por lo que te guardo rencor es por lo que sucedió aquella noche, aquella noche en que comencé a desfilar como puta entre “familias” adoptivas; ahora que recuerdo fue el día de mi cumpleaños cuando eso sucedió”.
“Recuerdas que habías prometido llegar temprano con un gran pastel; aquello no sucedió. Recuerdo como mamá creyendo que yo estaba dormido salió de mi habitación para reclamarte por no cumplir tu promesa, pero sobre todo peleo contigo porque te descubrió besándote con aquella mujer, ¿te acuerdas? Y allí fue donde todo se quebró. Dijiste que yo no era más que un estorbo en tu vida. Un estorbo que te mantenía atado a mi madre y no te dejaba irte con la mujer que realmente amabas. Bueno ya no sirve de nada ahora, desde esa noche parece que los asesinos persiguen a todos lo que están o estuvieron cerca de mí, de alguna manera hemos sobrevivido. Pero volviendo al tema recuerdas que esa noche golpeaste a mi madre, la golpeaste tan fuerte que tuvo que ser ingresada al hospital, y tú que fue lo que hiciste, saliste a la cantina dejándome solo con mi madre inconsciente en un hospital, el día de mi cumpleaños”.
“Bueno no era la primera vez que lo hacías, golpear a mamá, claro, casi todas las noches llegabas bastante tarde del trabajo y comenzabas a discutir por cualquier cosa, lo que llevaba a que acto seguido, al recordarte tus promesas respondías que te buscara más tarde, o que tenías trabajo pendiente cuando en realidad no querías despegar tu mirada del televisor y de esa porquería que solo terminaba intoxicándote y que de no haber sucedido lo que sucedió te hubiese ocasionado cirrosis”.
“Recuerdas todos esos domingos cuando esperaba que me sacaras a dar un paseo por el parque como lo habías prometido, jamás lo hiciste, todo terminaba haciéndolo mi madre”.
“Tal vez fue a raíz de todo aquello que la desgracia comenzó a perseguirme, pero todo tuvo que ver con otro cumpleaños, el tuyo”.
“Recuerdas que una noche antes de tu cumpleaños me lanzaste por las escaleras y me rompí un brazo, te reíste por estar tan ebrio mientras me gritabas estorbo, pero no me importo en lo más mínimo, incluso recuerdas que escape del hospital para poder estar contigo en tu cumpleaños. Llegué a casa y ahí estabas con esa mujer; me golpeaste porque supuestamente te interrumpí y creo que allí fue donde todo comenzó”.
“Recuerdas que me abrace a ti a pesar de que comenzaste a golpearme mientras yo te pedía que no lo hicieras. Mamá fue la que llego a arrebatarme de tus brazos y me llevo de vuelta al hospital. No sé qué sucedió después. Amanecí aún más herido en un callejón. Mi madre y tu amante habían sido asesinadas. Todos creían que habías sido tú, pero obviamente las señales de la pelea que presentabas eran únicamente de defensa y sé que no eres tan tonto como para haberte dado una golpiza y clavarte un cuchillo en la cintura. Aun así, cuanto tiempo pasaste en el psiquiátrico, quince años, si eso es”.
“En cuanto a mí, diez años en diferentes casas por todo el estado. Desconocidos que siempre se esforzaban por que los llamara madre o padre, pero jamás lo lograron; incluso cuando estaban dispuestos a golpearme para lograrlo. Recuerdo que prefería la calle, pero siempre encontraban la forma de llevarme de vuelta. Pero hoy heme aquí, graduado y con un exitoso trabajo”.
Mi viejo salió de su caparazón y finalmente me dirigió una mirada y esbozo una pequeña semi sonrisa. Mi preludio de que le contaría una historia de terror parecía absurdo, pero al notar que mi viejo parecía decepcionado de mi historia le devolví la sonrisa y continúe.
“Tuve que esperar largo tiempo, por cierto, pero finalmente ese día de la golpiza logre hacerme una idea de lo que iba a decirte en el momento en que me decidiera a hacerlo y ya tenía idea de cuando seria, seria esa misma noche”.
“Escapar del hospital nuevamente fue mucho más difícil durante la media noche, pero sabía lo que debía hacer. Jamás me conociste bien, pero yo a ti sí. Recuerdas el arma. La recuerdas perfectamente. Si. Por supuesto que sí”.
“Recuerdas que mientras apuntaba hacia aquella mujer que había decidido encerrarse en la recamara te dije que seriamos una familia que feliz lo quisieras o no, que incluso si para lograr eso tendría que matarte pues en una tumba en el cementerio sería más fácil poder hablar contigo. Lo recuerdas”.
“Solo recuerdo que yo no quería hacerle daño a mamá, pero se atravesó cuando finalmente me decidí a jalar el gatillo. Pero fue un sacrificio necesario de otra manera aquella tipa no hubiese corrido despavorida y yo n hubiese podido disparar de nuevo. La esquina de la mesa de noche termino el trabajo. Pero el resto lo tuve que hacer yo. Jale el gatillo hasta que todas y cada una de las balas estaban incrustadas en tu cuerpo, sabía que no tenía mucho tiempo. Tuve que arrastrarme hasta la cocina para tomar el cuchillo y terminar el trabajo. Después solo fue cuestión de ocultarme de los policías y los vecinos y escapar hasta el callejón”.
“Lo demás ya lo he dicho, pero me alegro de haberme deshecho de todos y cada uno de aquellos imbéciles que trataban de que los llamara padres. Los últimos fueron los más fáciles”.
“Pero ahora míranos. Padre e hijo conviviendo juntos y tratando de recuperar el tiempo perdido. Que hermoso”.
Mi viejo no había escuchado aquellas últimas palabras, había accionado la palanca de su silla de ruedas para huir hasta una de las esquinas de la habitación tratando de encontrar el botón para llamar a la enfermera.
No lo logro a tiempo. Se lo arrebate de las manos y le cubrí la nariz y la boca con una tela empapada en cloroformo, pero asegurándome de que escuchara que la próxima vez que nos viéramos le volvería a relatar la historia. Forcejeo, trato de golpearme y estuvimos a punto de caer, pero finalmente tuvo que respirar y cayo desmallado. Llame a la enfermera una vez el olor se disipo e invente una historia creíble. La enfermera lo metió en la cama. Le pedí que me dejara solo cinco minutos más, accedió y salió de la habitación cerrando la puerta.
Mi viejo parecía un poco aterrado a pesar de estar dormido, y yo sabía que lo estaba. Me pareció patético. Saqué de bolsillo la píldora y la introduje en su boca. Si la próxima vez no se asustaba tan rápido le diría que yo me había encargado también de que recientemente perdiera la voz.
Volví a mirarlo y le dediqué una sonrisa. Me pareció tan débil y patético que decidí hacer algo que él jamás había hecho. Acerqué mi cara hasta su mejilla y le di un beso y acto seguido le dije la típica frase: “te quiero papá”.
Pobre de mi viejo, le costó demasiado caro ser un violento sin causa. Aunque bueno, pienso que recibió su merecido. Cosas como no poder caminar y eventualmente por alguna razón perder la voz no me parecía tan malo, pudo haber sido peor… Pudo haber muerto y no permitirme vengarme torturándolo psicológicamente.
Salí de la habitación contento. Posiblemente sonriendo, no lo sé. La enfermera sonrió al verme.
Sé que aterre mi padre. Pero en el fondo…, creo que le gusto la historia.

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