La Casa de Muñecas
Al
abrirse la puerta Alice aparto la vista del libro y volteo a mirar a
su esposo que entraba con dificultad debido al enorme paquete que
llevaba en brazos. Morgan logro entrar finalmente, evadiendo por
algunos segundos la mirada de molestia de su esposa. Dejo el paquete
sobre la pequeña mesilla de la sala.
Alice
espero que su hombre rompiera el silencio, pero se dio cuenta de que
ninguno de los dos lo haría mientras el paquete no fuese
desenvuelto.
Sin
mediar palabra ambos comenzaron a quitar la estopa que y a colocar en
orden el contenido de cada pieza.
Era
difícil en verdad encontrar un ejemplo más perfecto y encantador de
casa de muñecas.
La
casa tenía más de metro y medio de largo. Comprendía una capilla
de estilo romántico del lado izquierdo y una caballeriza del lado
derecho.
El
sol caía sobre la ventana iluminando sus arcos puntiagudos y sus
herrerías curvadas con ornamentos florales.
En
el interior había pequeños pilares especialmente tallados en
piedra.
La
capilla tenia pináculos y contrafuertes, pero lo que más lucían
eran los diminutos vitrales y la campana de bronce que pendía de la
cúpula. Cuando la fachada estaba abierta se podían ver siete
piezas: los dormitorios, el comedor, la biblioteca, la cocina, el
baño y la sala de estar, cada una con sus muebles en perfecto
estado.
La
caballeriza tenía dos niveles y estaba decorada con caballos,
carrozas y mayordomos. Se podría escribir páginas y páginas de
todo cuanto había en la propiedad. El matrimonio se miró por fin,
aquel dinero que habían invertido sí que había valido la pena;
pese a algunos detalles minúsculos era una réplica perfecta de su
casa.
Había
gran cantidad de sartenes y cacerolas, sillones recamados en hilo
dorado, cuadros, tapices y candelabros. Las camas perfectamente
vestidas con sus sabanas y edredones; el comedor tenía una autentica
vajilla de plata y copas de cristal guardados en una vitrina de la
más fina madera. En la sala un reloj que marcaba la hora y hacía
sonar un péndulo a la media.
Las
cortinas de las ventanas de encajes muy finos y los armarios
contenían cajones con vestidos para los habitantes. Un par de
figurines un poco contrahechos de ellos mismos que reposaban en la
habitación principal.
Morgan
miraba el interior con el rostro inexpresivo mientras que su esposa
soltó un gemido y hundió su rostro en el hombro de su marido
mientras lagrimas comenzaban a descender de su rostro. Y no era para
menos. En la habitación de al lado y mirándolos fijamente se
encontraba un figurín de su hija, la cual había muerto de una caída
solo un par de semanas antes.
Morgan
también comenzó a llorar mientras cerraba la fachada de la casa de
muñecas y susurraba bastante bajo:
- Feliz cumpleaños.
Esa
noche ambos cenaron más temprano de lo acostumbrado y de igual
manera se retiraron a dormir. Sin embargo, los ruidos comenzaron
después de la media noche. Alice les prestó atención unos momentos
pero después volvió a dormir pensando que se trataba tal vez de un
ratón, pues los ruidos eran tenues y provenían de la cocina.
Cuando
despertó Morgan ya había salido al trabajo, cosa nada extraña, lo
extraño era que al parecer no se había dado cuenta del desastre de
la cocina.
Alice
lo llamo al celular, pero este al parecer se encontraba apagado, pues
la envió directamente al buzón de voz. Intento un par de veces más
pero no una tercera.
Paso
la mañana atareada entre terminar su desayuno y poner en orden todo
nuevamente.
En
su mente la idea de llamar a la policía se disemino rápido, pues
para tratarse de un robo no faltaba nada y solo la cocina se
encontraba en un estado lamentable.
Termino
cerca del mediodía y volvió a la habitación, pues el ver de nuevo
la casa de muñecas le huso entrar nuevamente en el territorio de la
tristeza.
Comenzaba
a caer la tarde cuando escucho el auto estacionándose. Bajo las
escaleras dispuesta a pedir a su marido que llevase la casa de
muñecas al sótano.
La
puerta se abría lentamente y entro su esposo o algo que había
tomado su rostro, pues esa parte de la piel de su marido se
encontraba pegada con cinta adhesiva al rostro del tipo frente a
ella.
Alice
grito y comenzó a retroceder hasta golpearse con la casa de muñecas.
- Quien eres.
El
tipo sonrió mientras una voz femenina proveniente de la casa de
muñecas dijo:
- Soy tú.
Las
maletas se encontraban hechas y la casa empapada en alcohol y
gasolina. Alice y Morgan se besaron antes de voltear hacia la casa de
muñecas llena de sangre, desde donde el figurín de la niña los
miraba.
Decidieron
ignorarla y salieron tirando un fósforo que al contacto con la
mezcla hizo arder el suelo y poco después los muebles hasta que
finalmente comenzó devorar la casa y los cadáveres de los
verdaderos Morgan y Alice.
La
casa de muñecas también ardía y en ella el figurín restante
miraba a su alrededor con unos ojos ya huecos y un interior plagado
por las llamas.
Sus
padres habían conseguido nuevos cuerpos pero ella ya no vería
nuevamente la luz del día y su cara cayéndose a pedazos lentamente
no podía reflejarlo mejor.
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