Carita Feliz
Todavía era de noche cuando Jacqueline salió a su trabajo, aquel día como pocos otros sintió algo de temor cuando llego a la calle Zaragoza, sin duda la más oscura que había que cruzar para llegar a la estación de autobuses. Y no podía ser de otra forma ya que la luz eléctrica había caído en toda la ciudad debido a una fuerte tormenta. La estación de autobuses le infundió aún más temor, pues los únicos pasajeros que se encontraban recargados en la barda del Hospital General parecían sombras que en cualquier momento estirarían las manos para llevarte lejos, quizás a un lugar fuera de todo entendimiento humano. El autobús demoró un poco en llegar, pero algo no le pareció bien a Jacqueline, la parte de enfrente parecía abollada, pro no como una abolladura reciente, pues todos los autobuses eran reparados inmediatamente, y la probabilidad de un accidente en el corto tramo desde la terminal hasta dicha parada sonaba muy poco probable. Sin embargo, Jacqueline no le dio mucha importanci...